
La música, al nacer de asociaciones cósmicas y místicas, siempre ayuda a nuestra mente a alcanzar niveles profundos. Los sonidos acústicos hacen de elevador y con ellos recuperas las voces de tu interior, te sumerges en los susurros silenciosos del orden celestial. Esto que te digo suena a versículo bíblico, pero en la realidad es así.
Te recomiendo que utilices la música programática de Franz Liszt para el segundo nivel del método. Las composiciones más indicadas son, en primer lugar, el poema orquestal “Desde la cuna a la tumba” Esta obra es la mirada retrospectiva de un hombre, que contempla su trayectoria de manera filosófica y reflexiona con serenidad.
También la obra titulada O Jeux d ́eau de la Ville d ́Este, del mismo autor. Esta obra tiene luminosos sonidos, que elevan y transportan el alma a los cielos, irradian tranquilidad y serenidad; tiene sonidos de fuentes, que hacen honor a la anotación que el compositor dejó en la partitura “Fuente de la Vida que brota en la vida Eterna”
Tomado de M. BENETTI MEIRIÑO, Dios y la Meditación Trascendental, 4 ed., Editorial De Oriente a Occidente, 2017, p. 34
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